9/11/2007 23:52h
"Hace apenas 24h que aterricé en Cuzco y ya estoy subiendo al centro donde la asociación Huchuy Yachaq realiza las actividades de apoyo escolar a niños. Subo con Yunia, otra voluntaria para la que justamente hoy es su último día, porque mañana regresa a España. La subida es dura, hay momentos en que te falta la respiración. Buscas más aire y no lo encuentras porque a 3600 m el oxígeno es un bien escaso. Miro a Yunia y veo que está más cansada que yo y es que, la escalera por la que subimos tiene una inclinación como no he visto nunca. La escalera se acaba para dar paso a un tramo asfaltado y cuando este termina sólo hay tierra y piedras. Para ascender el último trozo te inventas el camino por la ladera de la montaña. Por fin hemos llegado. Desde fuera se ve un edificio grande y antiguo. Desde dentro me recuerda a un colegio de hace 40 ó 50 años. Pero me parece entrañable y me gusta. Hay niños de todas las edades que, cuando ven a Yunia, le dan un beso y muchas veces también un abrazo. Ella les dice que soy un profe nuevo y que me llamo Juan y entonces yo también recibo ese cariño: los niños me dan la mano y las niñas un beso. Hoy, cuando acabe el día, me habrán dado decenas de besos, abrazos y apretones de manos. Y me quedo maravillado de como estos niños han han regalado su afecto a un desconocido. Y me emociono cuando los más pequeños me piden que les coja en brazos...
Yunia me presenta a los profes nativos: Marlene (la directora), Sadith, Marleni, Jackelyn y Edy. Me parecen estupendos y espero estar a su altura ayudando en todo lo que pueda.
Cuando un voluntario se va organizan una fiesta de despedida, y hoy es el día de Yunia. En uno de los salones del piso de arriba se organiza todo: los niños se sientan formando un corro y algunos de ellos salen a cantar, otros le dan las gracias a Yunia y finalmente le entregan un dossier con dibujos y cartas de despedida que han hecho para ella. Es todo muy bonito y emotivo. La fiesta se acaba con los niños tomando una taza de leche y un trozo de tarta. Hay más de 60 niños y me pregunto si habrá suficiente para todos ...
Son más de las 19h cuando nos vamos del hogar. Nos acompañan varios de los niños que viven un poco más abajo y que se van despidiendo a medida que llegamos a sus casas: más besos, más abrazos, más afecto ...
Mientras bajamos nos cruzamos con los chicos de secundaria que vuelven ahora del colegio. Es la primera vez que me ven pero recibo igualmente un beso de las chicas y un apretón de manos de los chicos.
Acaba el día y me quedo con la sensación de que si el cariño pudiera comprarse, en este barrio tan humilde, los niños serían millonarios ..."
Juan, Cuzco 2007
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